"Es sencillamente una escena de devastación total... Tenemos que trabajar tan rápido como podamos para ayudar a la gente a salir del entorno en el que están atrapados". El primer ministro neozelandés, John Key, se expresaba así esta mañana tras unas horas de auténtica locura en el sur del país. Un terremoto de 6,3 grados en la escala Richter dejaba, según las últimas cifras, al menos 65 víctimas mortales. Edificios de gran magnitud se han visto colapsado, mientras que otros han quedado gravemente dañados, entre los que destaca la Catedral de Christchurch. No hay ni agua, ni luz, ni teléfono.
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